viernes, julio 02, 2004

Ya queda menos.

Sin querer ser muy preciso, me quedan 9 días, 11 horas y 27 minutos para llegar a mi gran tesoro. Cuánto lo espero. Mientras, ya me he quitado parte de mi trabajo diario aunque me salió algo más de estrangis, con lo que no estoy todo lo bien que me gustaría. Pero bueno, todo a su tiempo. Mientras, reviso las fotos del año pasado recordando lo que me espera. Mi paraiso terrenal Mientras, mato el tiempo como puedo. Mientras, me aburro...

Siempre pensé que las vacaciones no eran más que un gran gasto que todo el mundo hace con tal de decir "me he ido a la playa". Te coges una buena habitación en un hotel en el que te hacen todo, tu solo te preocupas de ir a uno u otro sitio. Comes bien. Compras muchos recuerdos.... Te vas a sitios que están hasta las trancas de gente, te agobias, te estresas, te cabreas.... Que no te vale más que para gastar dinero, y a veces mucho. Pero, ¡qué confundido estaba! En mi paraiso uno se puede cansar, acabar reventado, pero recargas demasiado esas pilas que vamos gastando todos los días en los trabajos. No gasto demasiado porque no voy al lujo, todo lo contrario, voy a lo imprescindible. Cama y ducha. El resto, improvisación.

Estoy pensando ¡Qué coño estoy diciendo! Ni que me hubiera enamorado de un lugar (que así es), pero tampoco hay que ponerse tan pesado. Con lo que respecta a mi tontería sigo como siempre. O es que yo soy tonto, o es que el resto de las personas son muy raras. ¿Tan dificil es tener un poco de cortesía? Me explico. Iba yo el otro día en un tren sentado (raro es, porque a la hora que lo cogí siempre está llenito), y se subió una persona con muletas, que, nada más subir al tren observó que no había asiento libre y se apoyó en la puerta como buenamente pudo. Toda la gente de su alrededor se hizo el sueco (por decir algo, porque iban españoles, sudamericanos, polacos, rumanos, de to). Nadie cedía su asiento para que una persona inválida pudiera sentarse. Me pareció algo demasiado estúpido, máxime aún cuando el señor se subió en San Fernando, y el destino del tren era Alcalá de Henares, es decir, dos estaciones. Bueno, tres con la nueva "La Garena". Yo, como tonto que soy, que siempre pienso que este mundo con un poco de humildad y colaboración podría ir algo mejor, me levanté de mi sitio que estaba situado a unos 10 metros (una puerta más allá de la que estaba el señor), para pedirle que se sentara en mi lugar. Pues no estaba más que pensándolo, cuando dos personas estaban casi tirándose a por el asiento. Les comuniqué lo que iba a hacer y aceptaron, pero con cara de mala ostia. Pero vamos a ver almas de diós o de quien seais. ¿Tan dificil es ese estúpido esfuerzo? Por cosas como esta son por las que me veo que soy tonto, a veces hasta gilipollas. Pero bueno, todo esto no vale para nada. Seguiré pensando en mi utopía en la que todo el mundo hace un bonito gesto al día con alguien ajeno a su vida. Algo que no competa a los intereses de uno mismo. Algo por alguien que no sea yo mismo. Una utopía.

Un saludo del tonto...

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